CLIA recuerda que la inversión realizada por el Port de Barcelona y las diferentes compañías navieras para cumplir con el acuerdo cerrado entre la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento de Barcelona en el año 2018 para reducir a siete y reubicar las terminales dedicadas a la actividad crucerista, alcanzará los 265 millones de euros.
El pacto contempla el traslado de los cruceros hasta el Muelle Adosado para alejar esta actividad del centro de la ciudad, así como una reforma integral del paseo Colón y el Moll de la Fusta.
El director de CLIA en España, Alfredo Serrano, afirma que “en su momento, el Ayuntamiento celebró este pacto al considerar que ponía techo al crecimiento de la actividad de los cruceros, ya que de las ocho terminales y nueve barcos se pasaría a siete terminales y siete barcos”. Con la llegada de la pandemia, “se paralizó la actividad turística, por lo que el impacto de este acuerdo aún no puede verse en su totalidad”, aclara Serrano. “Parece razonable, por tanto, que ahora que empieza normalizarse la situación tras la pandemia, demos tiempo a implementar este compromiso. Una buena colaboración y la estabilidad en la planificación son ingredientes esenciales para que las ciudades mantengan inversiones en el futuro“, concluye.
CLIA también pone en valor que la actividad de cruceros sólo es el responsable del 0,7% de las inmisiones de óxidos de nitrógeno y el 0,16% de las partículas en suspensión, según las estimaciones realizadas por el Port de Barcelona en base a un estudio elaborado por Barcelona Regional en 2019. Esta contribución supone una disminución del 10% respecto al año 2016 y se reducirán a cero en los próximos años, cuando culminen los trabajos de electrificación de los muelles que está llevando a cabo la Autoridad Portuaria de Barcelona.
Objetivo cero emisiones netas de carbono
Actualmente el 40% de la flota mundial de cruceros ya está equipada con los sistemas necesarios para conectarse a la red eléctrica. Se prevé que a partir de 2026 el puerto esté listo para que los cruceros ya puedan conectarse a la red eléctrica en Barcelona. El objetivo es alcanzar las cero emisiones netas de carbono para 2050.
También se ha avanzado en el uso de Gas Natural Licuado (GNL), el combustible marino más sostenible existente en la actualidad. Se estima que un 35% de los turistas de crucero que lleguen a Barcelona a lo largo de 2023 lo harán en barcos propulsados por este combustible, que posibilita una reducción casi total de las emisiones de las partículas en suspensión y de óxidos de nitrógeno y de azufre.
Creciente actividad de puerto base
Actualmente la principal actividad crucerista de Barcelona es la de puerto base, es decir, pasajeros que inician y acaban su viaje en la ciudad, que representarán un 58% de los movimientos que se produzcan a lo largo de 2023.
Serrano asegura que la industria de los cruceros “está dispuesta a debatir sobre su impacto en Barcelona con cualquier autoridad u organismo competente, pero siempre a partir de datos contrastables y rigurosos, así como aportar todo aquello que sea necesario para contribuir a lograr una gestión óptima del turismo en la ciudad en su conjunto: al fin y al cabo nuestra industria es la primera interesada en evitar fenómenos indeseados como la congestión de determinados espacios”.
En este sentido también afirma que el Consell per a la Sostenibilitat dels Creuers promovido por la Autoridad Portuaria puede convertirse en el vehículo óptimo para conducir este camino hacia la gestión. Debemos elegir si apostamos por debates estériles que no llevan a ningún lado o transformamos Barcelona en un modelo de éxito en materia de gestión turística de los cruceros y un ejemplo para otros destinos. La industria tiene muy claro la opción por la que se decanta”.
[…] su parte, la CLIA se defiende de las acusaciones de acabar con el planeta, indicando que sus actividades son solo responsables […]