Artículo de opinión
Eva Miquel Subías
Socia Directora aWp Services, Responsable sección de cruceros y náutica deportiva Gente Viajera de Ondacero
Artículo perteneciente a la revista CruisesNews nº60 – Marzo 2022
La España crucerística
Con la irrupción de la pandemia en el ámbito internacional pudimos comprobar, de primera mano, cómo la industria de los cruceros -una de las patas fundamentales en el sector del Turismo-, fue desatendida por no pocas instituciones e ignorada por aquellos agentes que más la tenían que haber protegido.
En España, gracias a la evolución en los últimos 25 años por el apoyo de los puertos y ciudades y por supuesto, de las navieras, que han apostado por los enclaves de nuestro territorio dotados de excelentes infraestructuras portuarias y destinos tremendamente atractivos, el pasajero se ha embarcado cada vez con mayor interés, con mayor conocimiento y exigiendo propuestas cada vez más ambiciosas.
Pero siguen enfrentándose a retos más exigentes, si cabe. Y cuando la gran mayoría de las navieras llevan años apostando por ir un paso adelante en materia de sostenibilidad y digitalización, por adaptarse a la idiosincrasia de cada territorio y por cumplir escrupulosamente con cada una de las múltiples normativas de las que tienen que rendir cuentas, entra en escena algún elemento que puede distorsionar las fichas del tablero.
Vimos durante meses a tripulaciones dando vueltas por el mundo atrapadas en embarcaciones a las que se les negaba el desembarque. Imágenes desoladoras que a muchos se les quedarán en sus retinas de manera nítida e imborrable. Se adaptaron a nuevos protocolos y siguieron invirtiendo, a pesar de las pérdidas diarias por la inactividad, en aras de ofrecer un producto de calidad y aplicando unos protocolos sabedores de que en otros ámbitos gozaban de mayor flexibilidad. O vieron como el resto de turistas llegaba por otros medios sin exponerse a los controles que sí se exigían a los cruceros sin poder llevar a cabo excursiones en tierra con la misma libertad que lo hacían otros turistas que habían decidido visitar el destino de otro modo.
En su reciente informe, CLIA ha apuntado que de cara a 2027, la flota oceánica de sus socios contará con 26 barcos propulsados por GNL, 174 embarcaciones estarán preparadas para conectarse a la red eléctrica y más del 80% de la capacidad global contara con sistemas avanzados de tratamiento de aguas residuales.
Asimismo, conviene recordar, como también apunta el informe, que por cada 24 cruceristas se crea un puesto de trabajo a jornada completa, que el gasto medio de cada pasajero es de 750 $ en los destinos que visita durante un crucero de 7 días y que 6 de cada 10 pasajeros regresan a los destinos que evidentemente han visitado en barco.
España, donde el sector de los cruceros ha venido dando empleo a más de 30.000 personas, con un impacto económico de 1.300 millones de euros, llegando a superar los 4.300 si añadimos los indirectos e inducidos, fue uno de los territorios donde más costó obtener las autorizaciones para volver a atracar cuando la pandemia comenzaba a remitir, tras farragosos procesos burocráticos con las diversas instituciones con competencia en los mismos y que poco ayudaban a ello. Ignoramos si las autoridades competentes han tomado nota y agilizarán los procesos en un futuro para cuidar a un sector primordial del turismo que supone para nuestro territorio una fuente de ingresos indiscutible.
Tras la invasión de Rusia a Ucrania, estamos de nuevo ante un panorama de incertidumbre, más allá del drama humano que supone un escenario bélico que va a poner en juego el marco geoestratégico y donde los países, en especial los pertenecientes al eje occidental van a tener que dar lo mejor de sí mismos para lograr una estabilidad económica y donde los derechos humanos estén por encima de decisiones unilaterales que ponen en riesgo la paz mundial.