Por Virginia López Valiente
Directora General de Cruises News Media Group y Editora de la revista CruisesNews
Editorial perteneciente a la revista CruisesNews nº36 – Marzo 2016
No hace mucho que yo decía aquello de que añoraba el “glamur perdido” en el producto vacacional crucero. No es que no haya glamur en hacer un crucero, sobre todo si te embarcas en uno de lujo, pero en sí mismo hacer un crucero conllevaba una experiencia que estaba concebida como algo que no era para todo el mundo. Esa es la parte que le confería un halo de exclusividad que nos hacia desear poder alcanzar algún día. En algún momento, cuando alguien decidió que España era “jauja” y que los españoles tenían mucho posibles, (o lo que otros llamaron vivir por encima de nuestras posibilidades), prácticamente toda la flota mundial de cruceros se vino a hacernos compañía y se armó el belén.
Esa desmesurada oferta de plazas hizo que se buscaran pasajeros hasta debajo de las piedras, adaptando por tanto las tarifas a los nuevos viajeros. Todos hemos oído historias sobre turistas que no habían ido más allá de vacaciones que a la playa que les quedaba a 100 kms como mucho, pero que dado lo barato del viaje proporcionado por la agencia de viajes local, se embarcaban en uno de los barcos más grandes del mundo e intentaban llevarse la comida para toda la semana por si no les gustaba lo que iban a encontrar a bordo.
Los amantes de los cruceros y con poder adquisitivo “ad hoc”, salieron huyendo hacia otras categorías y ahí salieron ganando las premium y las compañías de lujo que adaptaron sus precios para recoger ese nicho. Llamadme pija si queréis pero yo les alabo el gusto.
No estoy diciendo bajo ningún concepto que no todo el mundo pueda viajar de la forma y manera que quiera o que pueda permitirse y que un amante del camping no pueda y quiera también disfrutar de un crucero, hasta ahí podíamos llegar, pero cuando quiero ir a un camping voy a un camping y cuando quiero ir a un crucero voy a un crucero, no voy a hacer camping a un crucero. La crisis nos sacudió a todos antes de que las navieras siquiera tuvieran tiempo de enmendar el error cometido y el mercado crujió. Desde luego ahora parece que están recuperando su sitio como producto vacacional. Algunas navieras incorporan los paquetes de bebidas pero cuidan el mensaje para no parecer que incitan a tirar las botellas por la borda. También ha llegado en todas el refuerzo a la gastronomía, más restaurantes, espectáculos, clubes selectos de clientes en programas de fidelización, cruceros familiares, experiencias singulares para niños y adolescentes, etc.
Otro aspecto es el de los niños gratis en determinadas épocas del año, que convertía tu crucero en julio o agosto en una experiencia muy relajante ya que preferías quedarte en tu cabina a dormir la siesta casi toda la tarde antes de aventurarte a aparecer por la piscina. Algunas navieras han comenzado a determinar que no todos los menores de 18 años son niños claro está, ni todos viajan gratis. Los precios se recuperan mas allá de las ofertas puntuales y viajar en crucero en invierno está dejando de ser anécdota. No sé si llegaremos a recuperar posiciones perdidas en Europa, pero si lo hacemos con las mimbres que hemos implantado, el crucero seguirá siendo ese producto a desear por encima de muchas otras experiencias.