Por Virginia López Valiente
Directora General de Cruises News Media Group y Editora de la revista CruisesNews
Editorial perteneciente a la revista CruisesNews nº45 – Junio 2018
El crucero de expedición, con barcos más pequeños e itinerarios aventureros está empezando a tener su momento.
No es un viaje para todo el mundo ni por el dinero que cuesta ni por la actividad en sí misma. En este tipo de viaje no podemos esperar relajarnos junto a una piscina con una margarita. La experiencia de la expedición se trata de bajar del barco montar en zódiac que te llevarán a santuarios de fauna marina e icebergs y a bordo es más probable que te ofrezcan conferencias de naturalistas y científicos que musicales o noches de casino.
Los barcos son de otro tamaño, capaces de fondear en puertos más pequeños. Muchos han reforzado el casco para navegar en aguas heladas, además los destinos son siempre remotos y exóticos. Pero además está el lujo, que unido al propio lujo de lo que ya he comentado anteriormente, les hace como decía, exclusivos. Se podría decir que la tendencia más importante en los cruceros de expedición de lujo es que, bueno, es una tendencia. Entre 2016 y 2017, se han pedido 12 nuevos barcos de expedición, la mayoría en la categoría de lujo, y varios barcos de lujo ya existentes han realizado una “expedición” por la renovación.
Lujo, aquí me quedo
¿Pero porque es tendencia? ¿Es por la incorporación de público más joven al mercado de cruceros o al de lujo? ¿Es el incremento del segmento del lujo en sí mismo? ¿O quizás el cambio climático ha creado un sentido de urgencia para ver lugares antes de que sea demasiado tarde?
Combinar el lujo con la aventura en el mar fue un concepto iniciado a finales de los 80. Pero en los últimos años, a medida que el crucero en barco pequeño (como en el río) se ha vuelto más popular, los viajes de aventura también se han expandido. Atrayendo a los “bien viajados” en busca de nuevas experiencias y fronteras pero también a aquellos que nunca se sintieron atraídos por el concepto de crucero tradicional. Son cruceros para explorar nuevas partes del mundo, usando embarcaciones neumáticas y kayaks, o incluso helicópteros y submarinos, para luego regresar con barro en las botas, agotado por caminar sobre un glaciar o navegar en kayak entre las focas en Galápagos, a una copa de champagne francés o a un masaje en el spa.
Lo que diferencia a estos cruceros de otros cruceros de expedición es el servicio de cinco o seis estrellas, la alta proporción de tripulantes por pasajero, el servicio personal y las lujosas comodidades. Desde el champagne mencionado, de ese de marca en copas del mejor cristal, hasta “amenities” de diseñador francés, pero hay mucho más. En vez de directores de crucero hay líderes de expedición, en vez de guías de excursión hay guardas y naturalistas locales, equipo técnico de vanguardia, fotografía, avistamientos de animales salvajes, seminarios, interactuación con poblaciones nativas y visitas a territorios completamente vírgenes. Pero al unir el lujo al concepto de expedición, decisión muy inteligente y lucrativa cuya pionera fue cierta compañía francesa, nos encontramos con que se han incorporado cabinas con balcones, suites, mayordomo, spa, piscinas, chefs de renombre etc..
Lo esnob es esnob, sí, pero por otro lado las compañías parece que están haciendo nuevas inversiones en mantener el menor impacto medioambiental con nuevas construcciones con combustible LNG y sin tocar de ninguna forma los fondos marinos, cumpliendo de forma escrupulosa con la normativa vigente y aportando generosas donaciones a las asociaciones que velan por el mantenimiento de los ecosistemas.
Yo quiero verlo, no soy muy de bota de barro, pero hay experiencias que hay que vivir, si puedes.